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| Alberto Núñez Feijóo | 
Nacido en 1961 en Orense, este licenciado en Derecho escaló desde funcionario de la Xunta hasta presidir Galicia durante trece años (2009-2022), logrando cuatro mayorías absolutas que igualaron el récord de su mentor, Manuel Fraga.
El salto al liderazgo nacional del PP en 2022, tras la implosión de Pablo Casado, pareció su gran revancha. Con un 98,35% de los votos en el congreso de Sevilla, Feijóo se presentó como el moderado técnico, leal a Rajoy y alejado de los ultras.
Nombró a Cuca Gamarra secretaria general y prometió "pactos de Estado" con el PSOE. Pero las generales de julio de 2023 fueron su Waterloo: el PP ganó con 137 escaños, pero su investidura falló por 172 votos a favor frente a la aritmética implacable del bloque progresista.
Desde entonces, como jefe de la oposición, ha navegado entre alianzas tóxicas con Vox y Junts –como el voto contra el "decreto ómnibus" en enero de 2025, que bloqueó subidas de pensiones y ayudas por la DANA– y críticas internas por su "improvisación".
En junio, propuso elevar el gasto militar al 5% del PIB, emulando a Trump, mientras tildaba las subidas del SMI de "indiscriminadas" y las "leyes de concordia" con Vox –que equiparan víctimas del franquismo con golpistas– han sido lapidadas por la ONU por su "falta de rigor histórico".
En 2025, la "triste figura" se acentúa. El avance de Vox desafía su hegemonía, forzándolo a endurecer su discurso migratorio: visados solo para trabajadores, requisitos más estrictos para la nacionalidad y ataques a Sánchez por "maquillar" datos de empleo.
Declaraciones como que el dinero de los autónomos "no puede ir a pagar chistorras y prostitutas" o que las vacaciones están "sobrevaloradas" han generado sonrojos, reviviendo su historial machista: desde bromas sobre citas con actrices jóvenes hasta llamar "necesitada" a la líder del BNG, Ana Pontón.
Escándalos pasados acechan: fotos de 1995 de vacaciones con el narco Marcial Dorado, cuya empresa ganó contratos millonarios en su etapa sanitaria; adjudicaciones a firmas de su hermana y cuñado por 52 millones; y mentiras en debates, como afirmar que el PP siempre revalorizó pensiones por IPC, desmentido en vivo por Silvia Intxaurrondo.
Feijóo, el "barón" que moderó el PP, ahora es instado por Rajoy a "moderarse" ante la pinza PSOE-Vox que lo margina. Su X (@NunezFeijoo) clama por un "Gobierno para todos", pero sus 400 caracteres no ocultan la soledad de un líder sin mayoría, sin carisma y sin rumbo. Encuestas lo mantienen por delante, pero el fantasma de la irrelevancia internacional lo persigue.
En el teatro de la política española, Feijóo es el gallego de la triste figura: un iluso que carga contra molinos de viento parlamentarios, herido por sus propios errores y la deriva ultra de su partido. Su legado, entre avances regionales y sombras éticas, no basta para reconquistar La Moncloa. Sin audacia ni alianzas viables, su quijotismo lo condena a la oposición perpetua, un eco melancólico en el bullicio de 2025. España merece más que un líder que, como Don Quijote, sueña con glorias pasadas mientras el mundo avanza.
 
 
 
 
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