|  | 
| Byung-Chul Han | 
Su popularidad, premiada en 2025 con el Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades, radica en su capacidad para nombrar el malestar colectivo: el agotamiento, la alienación digital y la autoesclavitud disfrazada de libertad. Pero, ¿qué ideas expone y por qué cautiva tanto a la izquierda progresista? A continuación, un recorrido por su pensamiento.
Las ideas centrales de Han
Las ideas centrales de Han giran en torno a la crítica al capitalismo tardío, que él describe como un totalitarismo invisible e "ipsocéntrico" —centrado en el yo hiperpositivo—. En La sociedad del cansancio (2010), argumenta que hemos pasado de una "sociedad disciplinaria" (foucaultiana, con represión externa) a una "sociedad del rendimiento", donde el individuo se autoexplota sin necesidad de látigos ajenos. El imperativo ya no es "debes", sino "puedes": un coach interior nos empuja a la productividad constante, generando epidemias de burnout, depresión y trastornos como TDAH o hiperactividad. Esta "violencia de la positividad" —el exceso de optimismo forzado— horada al sujeto, que se muerde a sí mismo en una carrera de ratas narcisista. El capitalismo, dice Han, es una "esclavitud voluntaria": la libertad aparente (elige tu app, tu gig) enmascara una dominación sistémica que atomiza el tiempo, eliminando la "gravedad temporal" y la contemplación.
En La sociedad de la transparencia (2012), denuncia la hipertransparencia digital: redes sociales que convierten la vida en mercancía pornográfica, destruyendo el secreto, la vergüenza y el misterio esenciales para el deseo y el amor. Esto provoca la "agonía del Eros": el sexo se reduce a performance inmediata, sin transgresión ni alteridad, mientras el amor se narcisiza en proyecciones cómodas. La hipercomunicación, por su parte, genera un "enjambre digital" de monólogos aislados, sin acción colectiva ni silencio reflexivo, fomentando el populismo al erosionar narrativas compartidas.
Influido por Heidegger, Husserl y la Escuela de Frankfurt, Han integra Oriente y Occidente para lamentar la pérdida de Erfahrung (experiencia transformadora, dolorosa) frente al Erlebnis (evento efímero, inofensivo). Critica el arte "suave" de la era digital —iPhones o exposiciones inmersivas— que elimina rupturas y negatividad, y aboga por una vita contemplativa: ocio poético, lentitud y resistencia a la aceleración.
¿Por qué gusta tanto a los progres?
Han resuena porque actualiza la dialéctica adornaica de la "vida dañada" para la era TikTok: nombra la deshumanización neoliberal —autoexplotación, aislamiento, colonización digital— que la izquierda denuncia desde hace décadas, pero con un toque millennial que victimiza al individuo frente al "sistema" sin culparlo directamente. Sus jeremiadas descriptivas —"phomo sapiens" para el adicto al móvil— son virales en un ecosistema que critica, halagando al lector con diagnósticos empáticos sin exigir responsabilidad personal ni soluciones concretas. Para la progresía, agotada por la cultura del ajetreo y la precariedad, ofrece catarsis: el burnout no es fracaso individual, sino patología colectiva del capital. Su melancolía poética —defensa de la inactividad, el amor inclusivo y la comunidad erosionada— se alinea con ideales de resistencia no instrumental, evocando un "invierno civilizatorio" que urge solidaridad.
Sin embargo, sus críticos lo tildan de populismo filosófico: generaliza sin matices, ignora resistencias cotidianas y usa lo digital para venderse, quedándose en quejas sin transformación. Aun así, su éxito radica en esa brecha: consuela al descontento progresista, recordándonos que el cansancio es, paradójicamente, un signo de lucidez.
 
 
 
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario