![]() |
| Martin Heidegger (1889-1976) |
Estas revelan un rechazo al judaísmo no como odio racial biológico (aunque simpatizó con el nazismo), sino como una crítica ontológica y histórica profunda. Heidegger se adhirió al Partido Nazi en 1933, asumió el rectorado de la Universidad de Friburgo para implementar sus políticas y expulsó a profesores judíos, como su mentor Edmund Husserl, argumentando su origen "despreciable". Sin embargo, su antisemitismo es más sutil y metafísico, lo que lo hace especialmente controvertido.
Principales características:
1. Antisemitismo metafísico u "ontohistórico": Heidegger vincula al judaísmo con el "olvido del ser" (Seinsvergessenheit), un concepto central en su ontología. Considera que los judíos representan la cúspide de la metafísica occidental moderna, caracterizada por el "pensar calculador" (Rechnen) y la "maquinación" (Machenschaft), es decir, una racionalidad vacía, subjetiva y técnica que manipula la vida y obscurece el ser auténtico.
Esto se opone al "otro comienzo" poético y arraigado que él atribuye a los griegos antiguos y al pueblo alemán como herederos espirituales. En los "Cuadernos", describe al judaísmo como una "falta de mundo" (Weltlosigkeit), una carencia ontológica de arraigo histórico y decisión esencial, lo que lo desvaloriza en la "historia del ser" (Seinsgeschichte).
2. Dimensión histórica y conspirativa: Inscribe su antijudaísmo en una tradición alemana (Kant, Hegel, Nietzsche), viendo al "judaísmo mundial" (Weltjudentum) o "judaísmo internacional" como una fuerza intangible que conspira para dominar el mundo mediante el bolchevismo, el capitalismo americano y la técnica moderna, sin necesidad de "acciones bélicas".
Acusa a los judíos de causar la Segunda Guerra Mundial y la "oscuridad global", equiparándolos al cristianismo como destructores de los dioses paganos (inspirado en Hölderlin). Esto evoca mitos conspirativos nazis, aunque Heidegger los eleva a una escala escatológica, no meramente propagandística.
3. Dualismo ontológico deshumanizador: Crea un maniqueísmo entre lo "propio" (eigen) —el ser poético alemán— y lo "impropio" (uneigen) —el cálculo judío—, extendiendo prejuicios étnicos a categorías filosóficas. Critica a Husserl por no acceder a la pregunta por el ser, atribuyéndolo a una "esencia judeocristiana".
Este antisemitismo no es moralmente explícito (no llama a la violencia directa), pero integra convicciones irracionales en su "verdad" filosófica, haciendo de la metafísica un vehículo para ideología.
En resumen, el antisemitismo heideggeriano es "filosófico" porque transforma prejuicios en una narrativa totalizante sobre la decadencia occidental, contaminando conceptos como "Dasein" o "Gestell" (enframement técnico) con implicaciones étnicas implícitas.
Contradicciones en su vida y pensamiento
A pesar de esta visión sistemática, la vida de Heidegger rebosa contradicciones que cuestionan la coherencia de su antisemitismo y generan un debate sobre si "contamina" toda su filosofía. Él mismo criticó el racismo biológico nazi (como el de Alfred Rosenberg) y renunció al rectorado en 1934 por discrepancias, pero mantuvo silencio sobre el Holocausto, equiparándolo en 1945 a la "pérdida de sangre alemana" sin lamentar las víctimas judías. Publicó los "Cuadernos" en sus obras completas, sabiendo de su contenido, lo que sugiere una ambigüedad entre secreto y revelación.
Las contradicciones más notorias son personales, especialmente en sus relaciones íntimas con mujeres judías, que contrastan con su expulsión de colegas judíos y su adhesión nazi:
- Su esposa, Elfride Petri (1893-1992): Elfride, con quien Heidegger se casó en 1917, tenía ascendencia judía por parte de su madre (Adele Petrich, de origen judío). Bajo las leyes de Núremberg (1935), su hijo Hermann (nacido en 1919) era clasificado como "Mischling" (mestizo de primer grado, medio judío). Heidegger sabía de esta herencia desde antes del matrimonio y la ocultó durante el nazismo, protegiendo a su familia mediante certificados falsos o presiones. Elfride, ferviente nazi, tuvo amantes y un hijo extramatrimonial, pero apoyó el régimen con más entusiasmo que su esposo. Esta unión duradera (¡Alma mía!, cartas de 1915-1970) contradice cualquier antisemitismo "puro", mostrando pragmatismo oportunista.
- Hannah Arendt (1906-1975), su amante y discípula judía: Judía asimilada de familia reformista, Arendt fue alumna de Heidegger en Marburgo (1924-1925), iniciando una relación erótica y filosófica intensa que duró cinco años y se reavivó en correspondencia vitalicia (1925-1975). Heidegger la cautivó con su poesía metafísica; ella, virgen y erudita, lo vio como un genio. Arendt huyó del nazismo en 1933 (encarcelada brevemente), emigró a París y luego a EE.UU., donde escribió "Los orígenes del totalitarismo" (1951), influida por él. Postguerra, lo defendió: envió paquetes de comida y libros a la pareja Heidegger, visitó su cabaña en 1950 (con aprobación de Elfride) y en 1968, convencida de que "no odiaba a los judíos". Sin embargo, reconoció su adhesión nazi, que chocaba con su romance: él la expulsó indirectamente de la universidad en 1933 por su origen judío, mientras mantenía el lazo secreto.
- Elisabeth Blochmann (1892-1972), otra amante judía: Estudiante y amiga íntima desde 1918, Blochmann (hija de un padre judío) mantuvo una relación extramatrimonial con Heidegger durante décadas, con cartas apasionadas publicadas en 1990. Perseguida por los nazis, emigró a Inglaterra y Francia en 1936 con ayuda de Heidegger, quien reanudó contacto postguerra. Esta conexión, paralela a la de Arendt, subraya una atracción por mujeres judías intelectuales, contradictoria con su visión del judaísmo como "carente de mundo".
Otras contradicciones
Otras contradicciones incluyen relaciones con alumnos judíos como Hans Jonas, Karl Löwith, Emmanuel Levinas y Paul Celan (quien se suicidó en 1970 tras un encuentro con Heidegger), a quienes elogió como "los mejores" en 1928, y su crítica al antisemitismo vulgar nazi.
Estos lazos sugieren que su prejuicio era selectivo: admiraba a individuos "asimilados" al "Geist" alemán, pero desvalorizaba al judaísmo como esencia colectiva. Filosóficamente, critica la metafísica (que él mismo usa para prejuicios) y busca un "pensar poético", pero cae en dualismos ideológicos, revelando límites éticos: convicciones personales socavan su búsqueda de verdad.
En conclusión, el antisemitismo de Heidegger es una amalgama de filosofía y prejuicio que enriquece su crítica a la modernidad, pero sus contradicciones personales —especialmente con Elfride, Arendt y Blochmann— lo humanizan como oportunista hipócrita, no como monstruo ideológico.
Fuentes como los "Cuadernos" invitan a leerlo con cautela, distinguiendo su ontología de su sombra política.

No hay comentarios:
Publicar un comentario